Al despierta noté como hacia un poco más de frio que de lo
habitual. Ya me podía imaginar porque, pero tuve que comprobarlo. Y ahí estaba
la ventana abierta de par en par. Este chico nunca se acuerda de cerrar la
ventana. Me levanté para cerrarla y allí estaba, no necesitaba ninguna otra
señal, para saber lo que significaba aquello. Una avellana había aparecido
encima de mi mesa, y por lo tanto ya sabía lo que tocaba hacer, decirle lo que
pensaba.
¿Qué podía decir de lo que me había contado? Pues que me parece
muy importante que lo sepa, porque en un futuro voy a contar más de un cuento y
todas las cosas que me ha contado son necesarias. Tengo que tener todo en
cuenta si quiero ser realmente una buena cuentacuentos, o lectora o cuentos. Lo
que no quiero es que por mi culpa a los niños no les guste la lectura, ya me
fastidiaron a mí unos años de mi vida y no quiero. De ahí la que no se hagan
las típicas preguntas prohibidas, que ni a los niños, ni a mí nos gustan. Ya
que la lectura es algo que te tiene que gustar, que te tienen que enseñar
ralamente lo que es, un placer. La finalidad que mas me gusta es la de
desarrollar la imaginación y la creatividad, porque no seriamos nada sin ellas.
Es una de las cosas que desde mi punto de vista tenemos que trabajar mucho, y
los cuentos nos ayudan bastante. Por suerte también le acompañan un montón de
beneficios que no deberíamos menospreciar.
La actividad que he realizado me ha ayudado bastante a
empezar a iniciarme en contar cuentos. Sobretodo cuando “los niños perdidos” te
han dicho como te han visto, lo que les a gustado, lo que no, lo que
mejorarían, etc. lo único que nos hace es ayudarnos y mucho, porque por lo
menos yo, lo quiero hacer de la mejor forma posible. Y practicando y
practicando seguro que llego a conseguirlo.
Acto seguido no pude
evitar comerme esa avellana, que sabor más rico tenía. Comerme esa avellana me
había hecho que me entrara hambre, me puse las zapatillas y baje corriendo a
desayunar.
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