Peter me quería volver a poner a prueba, me había dejado una
historia y tenía que adaptarla para que pudiera ser contada a los niños
perdidos. Me puse manos a la obra y este fue el resultado:
Era se una vez una en unas tierras muy lejanas un rey y una reina que se querían mucho tuvieron a
una hija con el pelo rubio y los ojos verdes, era una niña muy guapa tanto como
su madre. Pero la reina se puso muy malita y se murió. El padre se quedó muy
triste, pero por suerte tenia a su hija y prometió que la querría y cuidaría
siempre de ella. La princesa se hizo mayor y llego el día de su cumpleaños.
Entonces el rey le preguntó a la princesa que quería para su cumpleaños, ella
no sabia muy bien que pedirle y el rey le dijo que pidiera lo que quisiera que
él lo conseguiría, porque era un día muy especial. Entonces ella le dijo que
quería un vestido tan dorado como el sol, otro vestido tan plateado como la
luna y otro tan brillante como la luna. El padre que la quería mucho le dijo
que él haría todo lo posible por hacerle esos vestidos. Hablo con sus
consejeros para que buscara lo necesario para hacerlo. Estos buscaron el todos
los mercados del mundo, el hijo mas fino de plata, el hijo mas fino de oro y el
hilo más fino de diamantes. Después de que los encontraran pidió a los mejores
sastres de todo el mundo que le cosieran los vestidos más bellos que había
visto nadie. Después de un tiempo el rey había conseguido el vestido más dorado
que el sol, el vestido tan plateado como la luna y el vestido tan brillante que
las estrellas. A la princesa le encantaron los vestidos, eran muy bonitos. Ella
corrió ha darle las gracias a su padre y a darle un montón de besos. Pero el
rey le dijo que todavía podía pedirle un regalo más, porque creía que no era
suficiente para demostrarle todo lo que la quería. Y como ultimo regalo le
pidió un abrigo con un trozo de toda clase de pieles de animales. El rey
accedió sin problema, llamo a todos sus consejeros para que avisaran a todos
los cazadores del mundo y que cada uno de ellos trajera un trocito de piel de
cada animal. Al cabo de un tiempo el rey le dio el abrigo de toda clase de
pieles, era un abrigo enorme, porque tenían que entrar un montón de tipo de pieles, pero aun así era precioso. Con
una mangan largas y anchas, con una capucha grande y era tan largo que llegada
hasta los pies. Entonces la princesa muy contenta se lo puso y le quedaba
perfecto. Así que decidió ir a enseñarle todo lo que su padre la había regalado
a abuelita, porque quería que la viera muy guapa. El problema que había es que
la casa de su abuelita estaba en el otro lado del bosque y era un camino muy
largo. Cogió un hatillo metió todos los tres vestidos, se puso su abrigo de
toda clase de pieles y se fue. Se fue del castillo muy pronto, cuando se fue a
despedir de su padre le dijo que todavía
tenia un regalo para ella muy importante. El rey le dio una cadena que llevaba
colgado una virgen, una rueca y el anillo de su madre. A la princesa le encantó
el collar, se lo puso enseguida, le dio un beso enorme y se fue. Empezó a
caminar y a caminar, con la mala suerte de que se perdió y comenzó a hacerse de
noche. Como llevaba su abrigo de toda clase de pieles que su padre le había
regalado, no tenia nada de frio, así que se escondió. Como tenia miedo a que se
encontrara con algún lobo o un jabalí, decidió esconderse un poco más. Y se
metió en el sitio mas oscuro y seguro que encontró. Al intentar llegar hasta
allí se mancho de barro y demás.
Cuando salió el sol decidió seguir buscando el camino para
ir a casa de su abuela, pero con la mala suerte de que se había perdido y ya no
sabía donde estaba. Estuvo todo el día buscando el camino, pero no lo encontró,
así que tuvo que volver a buscar otro lugar para esconderse y estar segura para
pasar otra noche en el bosque.
Mientras tanto en el castillo su padre no sabía que la
princesa se había perdido, pues el creía que estaba en casa de su abuela.
Esa noche decidió esconderse en el hueco de un árbol, estaba
muy acurrucada y tapada por el abrigo de toda clase de pieles. Pero al llevar
tanto tiempo en el bosque, el abrigo estaba realmente sucio, y la princesa
parecía un animal de verdad.
A la mañana siguiente, unos ruidos de caballos despertaron a
la princesa. Ella asustada se acurruco más, para que no fuera encontrada. Esos
ruidos de caballos eran de unos hombres con ballestas porque iban de cacería. Como
en todas las cacerías, tenían sus perros, para que olieran a los animales y
fuera más fácil encontrarlos. Con la mala suerte de que olieron a la princesa y
empezaron a dar vueltas alrededor de la princesa. Rápidamente empezaron a
ladrar para que sus amos fueran hasta allí, habían encontrado un animal muy
diferente a los que suelen encontrar. La princesa se escondía aun más y escucho
como los hombres hablaban de disparar a ese animal tan raro. Ella con miedo a
que la dispararan salió enseguida de su escondite pidiendo que no la hiciera
nada, que era una chica perdida en el bosque. Al verla la preguntaron que quien
era, ella con miedo no se atrevía a decir su nombre, porque no sabía si eran
buenas o malas personas. Entonces al ver que no decía ningún nombre ni nada,
los hombres la decidieron llamar toda clase de pieles por el abrigo que llevaba
puesto. Estos ofrecieron a toda clase de pieles que se fueran con ellos al
castigo para darla de comer y que se pudiera lavar un poco. Al llegar y ver el
castillo se dio cuenta de que no sabia realmente donde estaba, así que seguía
completamente perdida. Cuando le llevaron a las cocinas a dejar lo que habían
cazado durante el día y para que toda clase de pieles comiera, le preguntaron
al cocinero que si necesitaba un ayudante. Los hombres pensaron que ella se
podía quedar ayudando en la cocina ya que no sabían nada sobre ella y no la
podían ayudar de otra forma. El cocinero realmente no necesitaba a nadie, pero
quería ayudarla y le dijo que él se haría cargo de ella. Como la princesa no
sabia ni cocinar ni nada, acostumbrada a
que se lo hicieran todo en el castillo, el cocinero dijo que el la enseñaría.
Al principio toda clase de pieles dudo, si no decir quien era y quedarse o
decir que era una princesa y que la llevaran al castillo. Después de mucho
pensarlo, decidió quedarse y ya que habían sido tan buenos con ella, no quería
decirles que no. El cocinero empezó a enseñarse a cocinar, como utilizar todos
los utensilios, aunque al principio solo fregaba y observaba, pero toda clase
de pieles estaba aprendiendo mucho. Ella nunca se quitaba el abrigo y tampoco
dejaba ver su largo cabello rubio, con miedo a que alguno del castillo la
reconociera y pudieran decir quien es. Estuvo
allí mucho tiempo, hasta que un día se entero de que el príncipe del castillo
donde ella vivía, iba a elegir esposa, y eso significaba que iban a dar un baile.
En ese baile estarían invitadas todas las princesas de un
montón de reinos, para que eligiera a su esposa. Como el rey del castillo era
tan rico, la fiesta para el príncipe eligiera esposa duraría tres días. Toda
clase de pieles tuvo que ayudar al cocinero a preparar la cena del baile. El
primer día del baile, habían terminado de preparar toda la cena para el baile
de esa noche muy pronto. Así que le pidió al cocinero permiso para poder
descansar durante un rato, el cocinero le dijo que si, pero tenia que estar en
las cocinas al terminar el baile para que pudiera ayudarle a limpiar y a
preparar el caldo para el príncipe. Este caldo siempre se lo tomaba el príncipe
antes de dormirse, ya que le ayudaba a descansar mucho mejor. Toda clase de
pieles decidió ir a dar una vuelta por el castillo para ver como iban todos los
preparativos. Cuando en uno de los pasillos pudo ver al príncipe desde lo
lejos. Era el príncipe más guapo que había visto nunca, era moreno, alto y con
ojos verdes. Sin duda aquello fue amor a primera vista, pero no le podía decir
nada porque tenía que seguir guardando el secreto. Entonces se acordó de que tenía
los tres vestidos y que los podía utilizar para poder pasarse por el baile,
como una princesa más e intentar conquistar al príncipe. Corriendo fue a su
habitación se puso el vestido tan dorado como el sol, se peino su larga melena
rubia, se lavo y se presento con su vestido en el baile. Ella era tan guapa y
llevaba un vestido tan espectacular que enseguida el príncipe se fijo en ella. Así
que se acercó y bailo con ella unos cuantos bailes esa noche. Ella estaba muy
contenta ya que estaban bailando los dos. Lo único que podía pensar en ese
momento era en lo guapo que era, y en lo enamorada que estaba del príncipe.
Cuando se dio cuenta de que el baile estaba acabando, fue corriendo a su
habitación se quito el vestido tan brillante como el sol, se recogió su pelo
rubio y se puso su abrigo de toda clase de pieles. Fue a las cocinas y ayudo al
cocinero a limpiar todo. El cocinero estaba tenia mucho trabajo, así que pidió
a toda clase de pieles que hiciera el caldo para el príncipe y que se lo
subiera a su habitación, porque el no tenia tiempo. Toda clase de pieles
preparó el caldo y se lo subió al príncipe. Antes de entrar en la habitación
cogió del colgante que le había regalado su padre, la figura de la rueca y la
echó en el bol del caldo. Toda clase de pieles entró en la habitación del
príncipe le dejo el caldo y se fue a las cocinas a seguir ayudando. El príncipe
comenzó a comerse el caldo y vio que este estaba más rico que nunca, estaba
delicioso. De repente noto con la cuchara algo en el caldo, finalmente lo sacó
y vio aquella rueca de oro. El príncipe pensó que a quien se le podía haber
caído aquella pieza de oro femenina, porque era una rueca y era muy propio de
las mujeres. El príncipe bajo a las cocinas, allí solo estaba el cocinero, ya
que toda clase de pieles se había ido a dormir. Este le pregunto al cocinero
que quien había hecho esa noche el caldo, el cocinero dijo que él, por si algo
había salido mal para que no le echaran la culpa a toda clase de pieles. El
príncipe le dijo que el caldo de esta noche estaba buenísimo, más rico que
nunca. Y después le pregunto si se le había caído a él la rueca de oro. El
cocinero enseguida le pidió disculpas y le dijo que no volvería a ocurrir, pero
que no sabía como podía haber llegado hasta allí. El príncipe le dijo que no
pasaba nada que no se preocupara. El día siguiente paso lo mismo, toda clase de
pieles pidió permiso para irse y el cocinero se lo dio. Ella fue corriendo a su
habitación, se quito el abrigo, se lavó, se solo el pelo y se puso el vestido
tan plateado como la luna. La princesa se presento en el baile y enseguida
atrajo la atención de todo el mundo, incluida la del príncipe. El príncipe
bailo con ella, pero esta noche bailo muchos mas bailes que la noche anterior. Ella
estaba encantada, estaba bailando y hablando con el príncipe. Cuando termino el
baile la princesa salió corriendo a su habitación, se quito el vestido tan
plateado como la luna, se puso su abrigo de toda clase de pieles y se fue a las
cocinas. Allí hizo el caldo para el príncipe, cuando ya estaba listo se lo
subió. Antes de entrar en la habitación se quitó la medallita de la virgen del
colgante y lo echó dentro del bol. Cuando el príncipe vio entrar a toda clase
de pieles le dijo que se esperara allí hasta que se terminara de comer el
caldo, para que después se lo llevara. Toda
clase de pieles se quedo allí esperando a que el príncipe terminara de tomarse
el caldo, cuando se dio cuenta, mientras miraba por el rabillo del ojo que cara
ponía el príncipe al encontrarse la virgen de oro en el caldo. El príncipe se
la guardo y le devolvió el bol para que se lo llevara. Toda clase de pieles lo
llevo a la cocina y después se fue a dormir.
Era el tercer y último día del baile. Esa misma noche el
príncipe tenia que elegir a su futura esposa. Toda clase de pieles había
decidido dejar para esa noche tan especial el vestido más bonito de los tres
que era el vestido tan brillante como las estrellas. Como todas las noches después de que la cena
estuviera lista, fue a su habitación, lo se preparó, se puso el vestido tan brillante
como las estrellas y se fue al baile. La princesa estaba guapísima con ese
vestido, tanto, que cuando apareció el príncipe la vio, fue hacia ella y no la
soltó en toda la noche. Ella se dio cuenta de que estaba llegando la hora de
irse a ayudar en la cocina y no sabia que hacer porque el príncipe no la
soltaba. Entonces le tuvo que decir al príncipe que lo sentía mucho pero se
tenía que ir. La princesa salió corriendo de allí, fue a su habitación se quito
el vestido, se recogió el pelo y se puso su abrigo de toda clase de pieles.
Llegó a las cocinas y el cocinero le dijo que ya llegaba tarde que se tenía que
dar prisa para hacer el caldo para el príncipe. Rápidamente toda clase de
pieles se puso a cocinarlo como todas las noches. Ya el caldo en el bol, toda
clase de pieles metió lo ultimo que le quedaba en el collar, el anillo. Le
llevó al príncipe el caldo a la
habitación y como la noche anterior le dijo que por favor no se fuera. Él se
empezó a tomar el caldo, pero a diferencia de otros días, esta vez se lo estaba
tomando muy despacio mientras miraba a toda clase de pieles. Ella se empezó a
poner muy nerviosa, ya que la estaba mirando mucho aquella noche. Cuando el
príncipe empezó a notar algo en el bol, metió la mano en él y sacó el anillo. Lo
miro y sonrío, se levanto y se acercó a ella. Ella le pregunto si ya había terminado de
tomarse el caldo, el príncipe le contesto que todavía no había terminado. Se
colocó delante de ella y la preguntó si sabia de quien era aquel anillo que se
había encontrado. Toda clase de pieles rápidamente contesto que no. Después el
príncipe la pregunto que si sabía que era aquello, ella contesto que si, que
era un anillo de bodas. El príncipe empezó a decirla que aquel anillo que se
había encontrado en el bol, es el compañero de bodas de este anillo que yo he
puesto en tu mano mientras bailábamos. El príncipe le retiro la manga del
abrigo y el anillo estaba allí, en su mano. Toda clase de pieles empezó a
pensar, que como podía haber llegado el anillo ahí, y se dio cuenta de que
estaba tan pendiente de la hora de irse que no se entero de nada. Él se acercó
mas a ella le quito la caperuza del abrigo, que llevaba puesta para que no la
reconocieran, y la soltó el pelo. El príncipe sabía desde el principio que era
ella, así que se acercó aún más y la pregunto: ¿Quieres casarte conmigo? Toda
clase de pieles, por supuesto, le dijo que sí.
Más tarde la princesa le contó todo lo que había ocurrido en
el bosque y que no quería decir nada, por todo lo que habían hecho por ella. El
príncipe lo entendió perfectamente, enseguida buscaron a su padre y le avisaron
de la boda.
Un tiempo después se casaron el en castillo con muchos
invitados, entre ellos el padre y la abuela de la princesa y el cocinero del
castillo que tanto la había ayudado.
Peter espero que te guste y, sobretodo, que le guste a los
niños perdidos.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarPerfecto.
ResponderEliminarYo cambiaría la rueca por un corazoncito o algo que los niños conozcan.