martes, 24 de abril de 2012

Cambiar una opinión por una avellana


La noche anterior Peter me había contado un montón de cosas nuevas muy interesantes. Y eso me hizo pensar. Antiguamente no tenían los mismos entretenimientos que nosotros, y por suerte uno de ellos era contar cuentos. Juntarse un grupo de gente alrededor de una hoguera y contar historias que un día fueron contadas por otras personas, y esa gente que estaba allí algún día se la contaría a otra y así sucesivamente. Como no sabían ni escribir ni nada, solo se transmitía de forma oral, por lo tanto tenían que tener una memoria increíble, aunque como todos hacían sus pequeñas modificaciones. Me parece increíble como estas historias han podido seguir en el tiempo y conseguir llegar al nuestro. Y ver, gracias a estas, como en el fondo seguimos teniendo muchas cosas en común, aunque haya pasado el tiempo. También tenemos algunas diferencias y esto hace que no todas las historias se las podamos contar así como así a los niños, ya que enseñan mas a los adultos. Pero me parece muy importante que conozcan estas historias porque forman parte de nuestra historia y no podemos dejar que esta desaparezca. Tenemos que trabajar un poco para poder adaptarlas para que puedan ser contadas en una clase, pues se hace ese esfuerzo. Como muy bien hemos podido aprender hacerla con la actividad de este apartado. Si nos tenemos que dejar un poquito la cabeza y utilizar un poco de nuestro tiempo en adaptar un cuento, pues se hace. Antes que, como muy bien también hemos podido aprender, contarles una adaptación mala que no deja ver la verdadera belleza de ha historia. Creo que es muy importante este apartado, ya que muchas veces vamos a lo más barato y fácil que encontramos, pero nos hemos podido dar cuenta que de eso no es lo mejor.
Después de reflexionar sobre lo que Peter me había contado, tuve una idea. Decidí dejarle una carta con todos mis pensamientos sobre el tema para que pudiera leerlos y que así lo supiera. No sabía realmente si se iba a dar cuenta de que le iba a dejar una carta y tendría que venir a por ella. Obviamente no podía enviársela, llegar a la oficina de correos y preguntar que cuantos sellos necesito para enviar una carta al país de nunca jamás, no es la mejor idea. Opte entonces por la segunda opción, dejar el sobre con la carta en la ventana. Al día siguiente ya no estaba. A cambio había dejado una pequeña avellana en señal de agradecimiento, Peter y formas tan peculiares de agradecer las cosas.

1 comentario:

  1. Perfecto
    ¿Cuándo has estado tú en Londres, moza???? ¡Me encanta esa estatua!

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