La noche anterior Peter me había contado un montón de cosas
nuevas muy interesantes. Y eso me hizo pensar. Antiguamente no tenían los
mismos entretenimientos que nosotros, y por suerte uno de ellos era contar
cuentos. Juntarse un grupo de gente alrededor de una hoguera y contar historias
que un día fueron contadas por otras personas, y esa gente que estaba allí
algún día se la contaría a otra y así sucesivamente. Como no sabían ni escribir
ni nada, solo se transmitía de forma oral, por lo tanto tenían que tener una
memoria increíble, aunque como todos hacían sus pequeñas modificaciones. Me
parece increíble como estas historias han podido seguir en el tiempo y
conseguir llegar al nuestro. Y ver, gracias a estas, como en el fondo seguimos
teniendo muchas cosas en común, aunque haya pasado el tiempo. También tenemos
algunas diferencias y esto hace que no todas las historias se las podamos
contar así como así a los niños, ya que enseñan mas a los adultos. Pero me
parece muy importante que conozcan estas historias porque forman parte de
nuestra historia y no podemos dejar que esta desaparezca. Tenemos que trabajar
un poco para poder adaptarlas para que puedan ser contadas en una clase, pues
se hace ese esfuerzo. Como muy bien hemos podido aprender hacerla con la
actividad de este apartado. Si nos tenemos que dejar un poquito la cabeza y
utilizar un poco de nuestro tiempo en adaptar un cuento, pues se hace. Antes
que, como muy bien también hemos podido aprender, contarles una adaptación mala
que no deja ver la verdadera belleza de ha historia. Creo que es muy importante
este apartado, ya que muchas veces vamos a lo más barato y fácil que
encontramos, pero nos hemos podido dar cuenta que de eso no es lo mejor.
Después de reflexionar sobre lo que Peter me había contado,
tuve una idea. Decidí dejarle una carta con todos mis pensamientos sobre el
tema para que pudiera leerlos y que así lo supiera. No sabía realmente si se
iba a dar cuenta de que le iba a dejar una carta y tendría que venir a por
ella. Obviamente no podía enviársela, llegar a la oficina de correos y
preguntar que cuantos sellos necesito para enviar una carta al país de nunca
jamás, no es la mejor idea. Opte entonces por la segunda opción, dejar el sobre
con la carta en la ventana. Al día siguiente ya no estaba. A cambio había
dejado una pequeña avellana en señal de agradecimiento, Peter y formas tan
peculiares de agradecer las cosas.
Perfecto
ResponderEliminar¿Cuándo has estado tú en Londres, moza???? ¡Me encanta esa estatua!